Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1085
Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 22 de junio de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Presidente del Consejo de Ministros
Número y páginas del Diario de Sesiones: 179, 5268-5270
Tema: Viaje de S. M. el Rey a Murcia

Está aceptado el reto del gran debate político; está aceptado el reto. No hemos promovido este debate antes, porque, francamente, yo estaba en la convicción, y sigo teniéndola, de que el Gobierno, bajo el punto de vista político (entiéndase bien), no tenía nada que perder. (Risas en la izquierda. -Rumores en la mayoría). Pero, puesto que el Gobierno lo quiere, sea; no nos digáis después que somos tan bravos que nos acordamos de aquella frase: A moro muerto, gran lanzada. (Risas). No queríamos dar la lanzada a ese moro muerto; pero, puesto que os empeñáis, se la daremos.

Una cosa, sin embargo, me preocupa, y es que sería de desear que en la orfandad en que está Murcia, porque Murcia está huérfana, Sres. Diputados, y en el alarde vulgar que el Gobierno no ha querido hacer de ir a Murcia? (Protestas en la mayoría). Entonces, ¿dónde está el peligro que corría el Rey? (Rumores en la mayoría). Si era un alarde vulgar, si no había peligro alguno para los Ministros, ¿por qué no habéis permitido que fuera S. M. el Rey? Entonces, ¿para qué habéis hecho una cuestión de Gabinete de la ida del Rey a Murcia? (Bien, en las minorías).

Yo creí que lo haríais por los peligros que allí se pudieran correr; pero ahora resulta que como no se corre peligro alguno, no habéis ido vosotros. A mí se me ocurre, y continuo lo que decía al ser interrumpido, que en la orfandad en que está Murcia, debisteis cumplir el compromiso que al parecer habíais adquirido, que teníais contraído hace ya mucho tiempo, y que pudisteis haberlo desempeñado al mismo tiempo que lo adquiristeis, porque para ir a Murcia no teníais necesidad más que de querer ir. ¿Queríais ir a Murcia? Pues haber ido. (Bien, en la minoría. -El señor Presidente del Consejo de Ministros: ¿con el Rey?) O sin el Rey, haber ido solos. Si en lugar de proponer eso hubiera ido a Murcia el Sr. Ministro de la Gobernación con su director de sanidad, con su Junta de facultativos, con todos los recursos que la ciencia aconseja, y el Sr. Ministro de Fomento con su director de obras públicas, con sus ingenieros y con todos los recursos con que cuenta el Estado? (Grandes rumores en la mayoría que son contestados con protestas y aplausos de las minorías. El Sr. Presidente agita repetidas veces la campanilla. El Sr. Martos pronuncia algunas palabras que no se oyen y que producen algunos momentos de confusión por las palabras que se cruzan entre los Sres. Diputados).

Digo que si el Gobierno con sus ingenieros, con todos los medios necesarios, con los recursos de que puede disponer para sanear terrenos y promover obras públicas, para dar jornales, para dar trabajo y pan, que es lo que allí hace más falta, hubiera ido a Murcia, no hubiera tenido necesidad de creer el Rey que debía ir; y para todo esto no teníais necesidad de haber pedido permiso al Rey, porque el Ministro, bajo su responsabilidad, podía haberse marchado en cualquier momento, porque allí estaba su deber más que aquí. (Aprobación en las minorías. -El Sr. Baselga pronuncia las palabras valor y otras que no se entienden. -El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: El que dice eso debe tenerlo. -El Sr. Baselga: Lo tiene, y ha ido antes que vosotros allá).

En la orfandad en que está Murcia, vuelvo a decir y en presencia de este debate, a mí se me ocurre esta dificultad: si ha de atenderse a Murcia como Murcia merece, trasladándose el Gobierno allí con los recursos que puede llevar, y si ha de continuar este debate, que puede ser larguísimo, teniendo que estar aquí el Gobierno para sostenerlo, ¿qué debe hacer el Gobierno? En mi opinión, no hay más que dos caminos: que se queden aquí para sostener el debate, y que otros Ministros, por lo menos los de Gobernación y Fomento, se vayan a Murcia. (Rumores, risas). [5268]

No es cosa de broma; después de haber hecho una crisis por la necesidad de ir a Murcia, no es cosa de que no vaya nadie; yo quiero que vaya alguien. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: ¿No se le ha dicho a S.S. que se irá?). Sí; pero es bueno hablar más claro.

Ya hace muchos días que habíais dispuesto ir; pero hasta hoy, decís que vais y no lo hacéis; ahora decís que cuando se acabe el debate parlamentario, y cuando éste se concluya se habrá acabado probablemente la epidemia. (Risas en las minorías. -El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: No proponerlo). Es necesario que si queréis ser héroes, que no creo en verdad necesario ser héroe para cumplir con vuestro deber, lo seáis de verdad; pero no decir todos los días que vais, y luego no ir nunca, o hacerlo cuando sea inútil. (Risas). Y como no quisiera ahora distraer la atención del Congreso más que ocupándose en el objeto principal de este debate, sin perjuicio de que entremos después en el más amplio que desea el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, propongo que se declare la sesión permanente hasta que este debate se acabe, para que después pueda ir el Gobierno a Murcia. ¿Acepta esto el Gobierno? (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: Ya contestará). Pues conste que nosotros deseamos dos cosas: el debate, pero sobre todo que el Gobierno vaya a Murcia.

Y vamos a la cuestión. El inconveniente que nos ha traído el Gobierno es grande, porque teniendo tantos motivos para marcharse, tantos que no sé cómo con uno solo de los que tiene continúa en ese banco (Señalando al del Gobierno), ha venido a buscar el viaje de S. M. el Rey a Murcia como pretexto para abandonar el poder, con lo cual, Sres. Diputados, se demuestra que cuando el Gobierno se ve en la necesidad de plantear una crisis por cualquiera de las gravísimas cuestiones que pesan sobre él, busca algún asunto que se relacione con los actos personales del Rey para que le sirva de escudo; y ésta es una dificultad gravísima en que el Gobierno se coloca y en que nos coloca a todos.

Al juzgar sobre esto no ha habido contradicción entre lo que dijo en el Senado mi ilustre amigo el señor Marqués de la Habana y lo que he dicho yo. Como él, creo que el viaje de S. M. ofrece peligros; como él, entiendo que debía examinarse y estudiarse bien la cuestión antes de resolver sobre ella; pero ambos creemos que el Gobierno la debía haber tenido estudiada, habiendo ido allá, y en lugar de contentarse con el propósito de hacer ese viaje haberlo realizado, para lo cual no tenía ninguna dificultad.

El Sr. Marqués de la Habana cree, como yo, que es necesario economizar la vida de los Monarcas, mucho más si los Monarcas se encuentran en las condiciones especiales en que se halla el Monarca español; el Sr. Marqués de la Habana entiende, como yo, que cuando la salud de la Patria o la salvación de alguna parte del territorio lo exige, el Rey debe exponer su vida como cualquier otro ciudadano y mejor que cualquier ciudadano (Aprobación en la minoría); pero los Gobiernos están para evitar eso, para que no se exponga inútilmente, par que no se exponga la vida del Rey más que en el caso de que la salvación de la Patria lo exija. ¿Había estudiado este asunto el Gobierno? No sólo no lo había estudiado, sino que se ha entretenido en otras cuestiones, abandonando a aquella desgraciada provincia. El Sr. Marqués de la Habana, además, se reservó, como yo, el derecho de exigir al Gobierno la responsabilidad de haber puesto al Rey en ese gran conflicto; por esto vengo hoy a hacer cargos al Gobierno, cargos que por consideraciones políticas que el Gobierno debía agradecer y que no quiere agradecerme, no los hice en el día de anteayer.

Las cuestiones no se deben resolver de este modo. Pues qué, ¿cabe un cambio de política por si el Rey ha de ir o no a las provincias infestadas, a la de Murcia o a otra? ¿Es que la política de este Gobierno es buena? ¿Es que este Gobierno satisface las aspiraciones de la opinión pública? ¿Es que este Gobierno llena cumplidamente los deseos de la Nación? (Varios señores Diputados de la mayoría: Sí, sí. -Risas en las minorías). ¿Los llena? Pues entonces no se debe cambiar de política, vaya o no vaya el Rey a Murcia. ¿Es, por el contrario, como creo yo y como cree todo el mundo, que la política del Gobierno es no sólo perjudicial, sino peligrosa para el país? ¿Es que, como yo entiendo, es objeto ese Gobierno de la justa animadversión de la opinión pública? Pues entonces debe cambiarse de política, vaya el Rey o no vaya el Rey a Murcia. (Bien, bien, en las minorías).

Y esa dificultad de la situación en que se ha colocado el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, creo que sin intención, pero en la que al fin y al cabo se ha colocado: esperar a crear esa dificultad en el momento en que el Gobierno era objeto de una manifestación unánime, tan unánime e importante como la que se ha verificado anteayer en Madrid, después de la derrota sufrida en las elecciones. (Rumores en la mayoría). Importantes sí, como que es la manifestación del que paga y del que trabaja. (Nuevos rumores más prolongados).

Es la manifestación del que trabaja, del que paga, del que aumenta el presupuesto.

¡Ah señores! Funda la dimisión el Gobierno en un acto personal del Rey: ¿qué había de resultar? Que vienen las discusiones sobre los actos personales del Rey, porque sobre un acto personal del Rey presenta el debate el Sr. Cánovas del Castillo. Sí; el otro día discutió S.S. sobre actos personales del Rey, y hoy discute también sobre actos personales del Rey.

Señores, ¡siempre lo de Badajoz! Yo no sé si en estos momentos me conviene o no entrar en una discusión detenida sobre los sucesos de Badajoz; desde luego no lo creo conveniente; mas si se me excita a entrar en ella, ya entraré; pero que venga antes al banco azul el Sr. Ministro de la Guerra, que era el general en jefe de un ejército, que disfrutando de la omnímoda confianza del Gobierno y después de haber pasado su revista de inspección a su ejército, daba ese ilustre general la seguridad más completa al Gobierno, diciéndole que no ocurría ni había en aquél novedad alguna, y a las pocas horas se le sublevaba un regimiento de su ejército. ¿Qué podía hacer más el Gobierno, que procurar que sus generales vigilaran? Pues eso hizo, y descansó en la confianza que le diera el que ahora es vuestro Ministro de la Guerra y entonces general en jefe del ejército del Norte.

¿Por qué sacar esos hechos tristes, a los que todos estamos expuestos, y de los cuales nadie es responsable más que nuestras propias desdichas? Si algo demuestra aquel movimiento, ¿qué otra cosa es, sino la bondad de la política de aquel Gobierno, cuando a pesar de haber salido de los cuarteles tantas fuerzas [5269] sublevadas, el movimiento no encontró eco en ninguna parte y la sublevación murió de asfixia? ¡Ah Sr. Presidente del Consejo de Ministros! ¿Qué hubiera pasado si anteayer hubiera salido un regimiento sublevado? (Rumores en la mayoría. -Aprobación en las minorías).

Pero no se trata ahora de asuntos que pasaron y que sobradamente se discutieron; vamos a discutir vuestros actos de hoy, vamos a juzgar si la costumbre que tenéis de hacer cuestiones de Gabinete de los actos personales del Rey es o no conveniente para las instituciones y el Rey.

O no creísteis que debíais abandonar el poder, o no debisteis habernos propuesto abandonarlo por un acto espontáneo, pero personal de S. M. el Rey. Ya que este acto personal se presentó, habéis hecho lo único que no debisteis hacer. Porque si el Rey os manifestó deseos de ir a Murcia y creíais conveniente que no fuera, debisteis haberle disuadido con razones verdaderamente poderosas: debisteis en primer lugar decir a S. M. que el Gobierno cumpliría con su deber, que el Gobierno iría a Murcia, que vería lo que allí pasaba y diría lealmente a S. M. si era o no necesaria su presencia, y así S. M. hubiera quedado tranquilo.

Podíais también haber dicho a S. M.: el Gobierno no cree que S. M. deba ir a Murcia, pero si S. M. se empeña en ir a correr el peligro, el Gobierno no puede abandonarle. (Bien, en las minorías). Lo más noble y lo más digno de parte del Gobierno era decir: "Señor, ¿se empeña V M. en ir a Murcia? Pues nos vamos con S. M. como Ministros dimisionarios", y luego de vuelta, pasado ya el peligro, hubiera el Gobierno reiterado la dimisión. Lo que nunca debisteis hacer es lo que habéis hecho, que es, decir al Rey: no queremos que V. M. vaya; pero si va, váyase solo, o si no, que cargue otro Gobierno con la responsabilidad. (Sensación).

Así habéis hecho la solución de la crisis imposible, porque claro está, aunque dentro del partido conservador hubiera habido, como había, quien creyera que el Rey debía ir a Murcia, planteada la cuestión en este terreno era imposible el reemplazo del Gobierno por otro de vuestro mismo partido, y eso es lo que tratasteis de lograr antes que el Rey resolviera la crisis, con la manifestación inusitada que hizo antes de ayer el Sr. Presidente del Consejo.

Explique, pues, S.S. esa conducta, y después que la haya explicado satisfactoriamente, entraremos en el debate político con la amplitud que S.S. quiera, y entonces demostraremos a S.S. que las apostasías políticas, si alguna hay aquí, están en ese, no en este lado de la Cámara. (Bien, bien, en las minorías). [5270]



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